sábado, 18 de enero de 2020

No es frío, son capas de ropa

Ya es oficial, hacemos un viaje invernal al año. Ya fuimos a Lisboa, París y Bruselas en eneros anteriores. Ahora nos hemos decantado por Viena y Budapest. Y he aprendido que no hay que temerle al frío, lo que hay que hacer es abrigarse bien. Un plumas, una camiseta térmica, un forro polar, medias bajo los pantalones, dos pares de guantes, calcetines gordos, calentadores en la planta del pie y en el empeine, un gorro, orejeras y bufanda. Y hala, a patearse las calles nevadas de Budapest. Porque en Viena pasé calor, lo reconozco.

De este viaje me quedo con todas las cosas que hicimos en tan poco tiempo. Fuimos a la Ópera, nos montamos en la noria, recorrimos el Danubio en barco, patinamos sobre un lago helado, salimos de fiesta y pasamos la resaca en un balneario al aire libre con unos dos grados bajo cero.

Relacionaré Viena con la Ópera y el Ballet, un espectáculo digno de presenciar, aunque sea en el gallinero, de pie y con un calor importante.

Recordaré Budapest como una de las ciudades más bonitas de toda Europa, donde me fue muy difícil entender el cambio de florines a euros y donde recorrer los bares ruinas es toda una experiencia. Me quedé con ganas de más.

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